
Lo puedes comprar aquí
Autora: Anne Jacobs
Editorial: Plaza&Janés
Páginas: 618
Género: Narrativa histórica
El destino de una familia en tiempos convulsos y un amor que todo lo vence.
Augsburgo, 1916. La mansión de la familia Melzer pasa a ser, por necesidad, un hospital militar. Las hijas de la casa, ayudadas por el servicio, se convierten en enfermeras que curan, cuidan y escuchan a los heridos en combate.
Entretanto, Marie, la joven esposa de Paul Melzer, se hace cargo de la fábrica de telas en ausencia de su marido. Sin embargo, recibe una terrible noticia: su cuñado ha caído en el frente y Paul es ahora un prisionero de guerra.
Marie se niega a que las circunstancias la venzan y lucha con todas sus fuerzas por preservar el patrimonio familiar. Pero, mientras no pierde la esperanza de volver a ver a Paul con vida y se deja la piel en la fábrica, el elegante Ernst von Klippstein aparece en la puerta de la mansión, empeñado en no perder de vista a la joven y bella mujer que tiene entre sus capaces manos el destino de la familia Melzer.
Es una novela con numerosos y
diferentes personajes, que la autora les da vida con maestría. A cada uno le
deja su espacio, su protagonismo, sin dejar que te pierdas entre ellos. Diferentes
tramas que van narrando cada uno de los personajes de la novela. Reconozco que
empecé cogiendo apuntes en mi libreta que tengo para ello (Sí, la necesito, me
gusta ir apuntando sus nombres, impronunciables en este caso y saber quién es
quién)
Desde las primeras páginas ya consigue que te traslades a otra época,
donde sobre todo las mujeres lo tenían aún más difícil en todos los aspectos.
Consigue que la ambientación sea creíble, magistral, te puedes imaginar que
estás viendo una película. Personajes muy bien dibujados, que van avanzando,
madurando a través de sus páginas.
Narra la historia de una familia que es propietaria de una
fábrica. La trama se sitúa en Augsburgo, Alemania a principios del siglo XX y con
la primera guerra mundial de fondo, La gran sociedad y su servidumbre. Dinero y
falta de él. Pero que en el campo de
batalla se igualan, se olvidan las clases, son sólo personas que tienen que
salvar el pellejo a cada segundo.
Tiempos convulsos para los Melzer. Como la vida les cambia a unos y a otros, ponerse las pilas
o morir. Adaptarse a los acontecimientos, resiliencia. Secretos familiares,
tanto para “los señoritos” como los entresijos y rencillas de la servidumbre. Cómo
van cambiando las vidas de esta familia a lo largo de la historia cuando la fatídica
Primera Guerra Mundial las atrapa como a cualquier hijo de vecino.
A destacar el papel de la mujer en tiempos de confrontación bélica. Su
superación, como se quedaban en la retaguardia esas mujeres valientes,
luchadoras, sacando para delante el trabajo de las fábricas, motor indiscutible
para que la vida siguiera y pudiera sustentar a sus hijos mientras sus parejas
e hijos varones iban a la guerra. Es lo
que toca, es lo que viven. Época donde la mujer era relegada, no tomada en
cuenta, casi invisible, pero sin lugar a dudas, ya fuera en la sombra o donde le
tocara vivir, su afán de superación la mantenía firme. Ahora ellas, solas, sin
la figura del hombre aprenden a seguir batallando a sobrevivir al dolor de la pérdida de los seres
queridos y la adversidad que les acompañaban. Ellas un antes y un después. Y
mientras tanto su huella, su paso, imprescindible. Haciéndose un hueco, en un
mundo que es tan suyo como el de sus hombres.
Las hijas de la villa de las telas van adaptándose a las circunstancias
que le ha tocado vivir. Los escenarios cambian y convierten su hogar en un
hospital, gracias a Elisabeth (Lisa) . Reconozco que es la parte de las que más he disfrutado. Cada una con
sus peculiaridades, sus caracteres tan diferentes, pero que se unen y van todas
a una. Es una historia increíble de la que he disfrutado mucho. Sus seiscientas páginas y poco más, no se hacen pesadas en absoluto; la autora no se
extiende en exceso en la historia, pero sí la necesaria.
Diálogos creíbles, ambientación magistral. Te trasladas
allí, sientes el barro entre tus botas, sientes el frio de tu suela rota por el
desgaste, sientes la lluvia como penetra en tus huesos.
Me ha hecho reflexionar sobre la importancia que tenía la correspondencia
y los carteros en aquel tiempo que no conocían aún ordenadores, ni teléfonos móviles.
Esas cartas de amor, que milagrosamente llegaban a su destino y eran como un
halo de esperanza y fuerza, donde se agarraban para sobrevivir. Esos hombres
que en el fondo lo que querían es volver al calor del hogar, con sus familias y
que esa horrible guerra llegara a su fin.
Lo que menos me ha convencido quizás hay sido la figura tan perfecta de Marie. La que más interés me ha despertado ha sido el personaje de Hanna y la figura peculiar del mayordomo Humbert. Los dos seres más imperfectos, pero quizás por eso, más interesantes.
Lo que menos me ha convencido quizás hay sido la figura tan perfecta de Marie. La que más interés me ha despertado ha sido el personaje de Hanna y la figura peculiar del mayordomo Humbert. Los dos seres más imperfectos, pero quizás por eso, más interesantes.
De lectura agradable, que te atrapa y vas disfrutando de
principio a fin. Recomendable, sin duda alguna.
Muchísimas gracias a Edición Anticipada y a la editorial Plaza&Janés por el ejemplar.