- ¿Mari… por qué siempre estás encendiendo velas?
- ¿Siempre?
- Siempre que vengo y estás terminando de limpiar, te veo encendiendo velitas de colores y palitos de esos.
- Incienso.
- Eso.
- No lo entenderías, mamaíta.
- No, claro, tu madre es tonta.
- Lo enciendo para alimentar el espíritu, para limpiarlo. Así de paso que perfumo y limpio el piso, hago lo mismo con mi alma.
- Qué lástima de hija.
- ¿Lo ves? No lo has entendido. Pero… ¿A que huele bien?
- A gloria bendita.
María José Díaz
- ¿Siempre?
- Siempre que vengo y estás terminando de limpiar, te veo encendiendo velitas de colores y palitos de esos.
- Incienso.
- Eso.
- No lo entenderías, mamaíta.
- No, claro, tu madre es tonta.
- Lo enciendo para alimentar el espíritu, para limpiarlo. Así de paso que perfumo y limpio el piso, hago lo mismo con mi alma.
- Qué lástima de hija.
- ¿Lo ves? No lo has entendido. Pero… ¿A que huele bien?
- A gloria bendita.
María José Díaz
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