4 de mayo de 2012

LLEGADA INESPERADA




Con mi rostro reflejándose en el espejo, intentaba verme más allá de lo que acostumbraba hacer. De forma mecánica, me maquillaba como si se tratara de un simple ritual diario. Vestía mi cara con maquillaje como si me calzara los tacones o el cinturón de mi pantalón. Un paso más hacía el mundo exterior. Lista para lo que hiciera falta, pero con la árida sensación en mi estomago de arrojarme desde de un paracaídas.


Mientras mis pestañas se acercaban al pincel de rímel, para ser bañado por este de forma sumisa y con resignación, mis pupilas se dilataban, se abrían como un túnel oscuro y confuso.

Ahora todo me resultaba difuso, no entendía nada. Me llovía los interrogantes. Sólo intuía que mi mundo dejaría de ser como antes. Si Carlos no dejaba de repetir lo bonita que era, si en su mirada notaba signos de admiración y amor, si reíamos con apetito como dos niños cuando estabamos juntos, sí sabía que no nos hacía falta ni hablar porque conocíamos nuestros pensamientos con sólo una mirada.

Aunque no éramos la pareja perfecta (pero ¿quién lo era? la convivencia trae desencuentros con ella, es inevitable que a veces no conectáramos, que pareciera que íbamos por caminos separados,) pero de una cosa estaba segura y era que nos amábamos. Entonces ¿por qué me engañaba con otra mujer? Bueno, mujer es un decir, porque la chica que vi desnuda en la cocina, cuando regresaba más temprano que de costumbre a nuestro apartamento, no debía de tener más de 20 años.

La mujer temperamental que me creía hasta entonces, no hallaba entender como de mi garganta había desaparecido cualquier ápice de sonido. Mis cuerdas vocales se quedaron bloqueadas como lo estaba yo. Únicamente sabía que el miedo se había venido conmigo, me perseguía y una vez alcanzada, lo dejé entrar, me lo comí, para aplastarlo con mis intestinos, hacer la digestión y digerirlo hasta que sólo fuera heces, tiradas por la taza del retrete.

Veía tan patético a Carlos, tan asombrado por mi llegada, que no tenía ni ganas de oír sus ilusas explicaciones. Pero qué me iba a explicar, si ya no me serviría de nada lo que me dijera. Qué más daba, que intentara justificarse contando que la chica era su alumna y estaba pasando un mal momento...
Me sobresaltó el sonido ensordecedor del timbre. Aterricé, pisando tierra. Estaba en casa. Pero era evidente que por poco tiempo. Antes de abrir esa puerta, quería despedirme de aquel funesto lugar al que no volvería a llamar jamás, hogar. Ya nada importaba, sólo lo habitaban muebles, cuadros, cortinas... ¿Cortinas? Juraría que en aquel ventanal antes había una liviana cortina blanca. A nosotros nos gustaba invitar siempre a la luz. Nosotros, cortinas, nada. No quedaba nada.

La cortina ahora servía de vestido para aquella adolescente que yacía en el pavimento embaldosado. Siempre pretendí ser buena anfitriona y no dejaría que aquella chica cruzara el umbral de la muerte, desnuda. Pero no lo haría sola. Aunque me pesara, se iría con él. Las dos habíamos ganado.

Había llegado la hora de marchar. Sonó de nuevo aquel desolador timbre. Como desolador era aquel lugar, ya inerte y frío. Me estabais llamando. Estaba preparada. Ahora sí.




6 comentarios:

  1. Madre mía! Yo no sé si la hubiese estrangulado con la cortina y después estrangularía otra parte de mi futuro ex...

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  2. No sabemos cómo reaccionaremos si un día nos vemos en esa situación, lo que crees, lo que piensas, lo que harías... quizás el silencio ganara la batalla, quizás pensar que si no quiere estar, no vale la pena luchar... o quizás la leona que llevamos dentro, que cree defender su territorio, reaccione como tal. Je jeje!!

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  3. Demasiado benévola fuiste cubriéndola, jajaja. Qué oportuna la cortina y que inoportuna fuiste tú. Muy bien relatado.

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    1. Ja ja ja...!!! y ahora te escribo desde la cárcel...jejejeje!!
      Sí, ya lo se, otra vez llamo antes primero... ya sabes, por esas llegadas inesperadas. :-)

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  4. Tienes que volver ya mismo a la literatura...escribes muy bien···
    besos guapa!

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    1. Besos para ti, amiga.... Felicidades en este día entrañable de las mamis, para ti, tu madre, tus hermanas, tu nuera...
      Ojalá... pero ahora reconozco que estoy estéril en ese aspecto.
      Un abrazo.

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¿Cómo me llamo?